Cuando ya nada busque y nada espere,
lo habré encontrado todo.
Comprenderé el misterio de las cosas,
del humilde guijarro
y la estatua perfecta.
Descifraré el enigma
que hace que el árbol yerga
su tronco milenario
al cielo que le espera, indiferente;
y que el gusano esconda
su cuerpo diminuto
en la horadada tierra
buscando su calor y su cobijo.
Afirmaré que hay sitio para todos,
y sólo quien se acepta y se conforma,
consigue ser feliz;
que la vida consiste
en algunos paisajes
grabados en el alma para siempre;
en los buenos amigos
que deciden quedarse,
y en tener quien nos quiera,
tanto y de tal manera,
tan desde las raíces,
que venga a despedirnos
cuando llegue el final,
y la tierra, irredenta y necesaria,
nos reciba por fin en su regazo
y sintamos su peso, para siempre...