28 jun 2022

La visita ( Ana Montojo)

 
…hablar del terror que no se piensa y ciega.
Voy a hablar de la muerte suspendida allí lejos.
Siempre miramos fijos. Mas no vemos lo cierto.
                                                                                             (Gabriel Celaya)


Aunque todos sabemos que vendrá
nunca le hacemos sitio en nuestra mesa.
Pero la gente muere cada día
lo que ocurre es que suelen ser los otros;
mas cuando llega a casa
o se aproxima al borde de lo nuestro
nos llena de estupor
como si fuera absurdo
que la vida termine más tarde o más temprano.

Casi es lo único cierto

pero no cuenta nunca en nuestros planes,
hasta el instante mismo
en que impone su ley sin miramientos.
Entonces nos mesamos los cabellos,
rasgamos nuestras ropas e invocamos
a un improbable dios
para que acuda raudo en nuestro auxilio.

¡Cuánto mejor sería esperar su llegada
como la de una amante que retorna!

Cederle el mejor sitio en nuestro lecho,
tratarla con ternura y abrazarla
como se abrazan los enamorados
y dejar que nos lleve hasta el delirio.

                                 Blog de la autora: El humo ciega mis ojos 
 

14 jun 2022

Insípidos ( Luis Miguel Rodrigo)


 
Jamás confío en alguien sin ojeras,
esas dos alforjas violáceas de contenido líquido
en cuyo interior moran malos tragos.

Las personas sin ojeras no saben
de ocultar en el sótano del ojo
todo lo que no cabe en su mirada
amoratada, oscurecida.

No saben de los sinsabores,
de beberse las lágrimas para calmar la sed,
de llorar sin motivo
sin otra causa, simplemente, que ya no cabe más:
rebosa el recipiente
igual que los lavabos
de viejas cañerías.

No saben de ponerse a sollozar
sin justificación viendo la tele
o ante un atardecer a campo abierto.

Incluso algunas veces
despiertan con la almohada humedecida:
se aprovechan, las bolsas oculares,
para soltar el sobrepeso,
de la posición horizontal.

Por eso es tan insípida la gente sin ojeras:
porque no saben.

7 jun 2022

El gozo del tacto ( Dámaso Alonso)




Estoy vivo y toco
Toco, toco, toco.
Y no, no estoy loco.

Hombre, toca, toca
lo que te provoca:
seno, pluma, roca,

pues mañana es cierto
que ya estarás muerto,
tieso, hinchado, yerto.

Toca, toca, toca,
¡qué alegría loca!
Toca. Toca. Toca.