como no vive la muerte nunca.
Inevitable es pasar,
ser arrastrado por el laberinto
y no volver jamás.
Pero en medio
algo inaudito, inmenso:
la vida.
Me miras: el presente son tus ojos,
unos instantes que se desvanecen
y no puedo cambiar. Pero también
son un mañana que ya estaba escrito
en el fugaz espejo de la infancia.
Y se convertirán en el ayer,
la suma indiferencia de los años.
Después serán recuerdo, un mundo gris
donde te mire aunque no pueda verte.
Tras el recuerdo habrán de ser olvido:
nadie sabrá por qué estabas mirándome
ni por qué hay este pozo en tu lugar.
Cada instante una historia diferente
de las mil y una noches en tus ojos.
Yo lo noto: cómo me voy volviendo
menos cierto, confuso,