28 abr 2022

Defensa de la alegría ( Mario Benedetti)



Defender la alegría como una trinchera
defenderla del escándalo y la rutina
de la miseria y los miserables
de las ausencias transitorias
y las definitivas

defender la alegría como un principio
defenderla del pasmo y las pesadillas
de los neutrales y de los neutrones
de las dulces infamias
y los graves diagnósticos

defender la alegría como una bandera
defenderla del rayo y la melancolía
de los ingenuos y de los canallas
de la retórica y los paros cardiacos
de las endemias y las academias

defender la alegría como un destino
defenderla del fuego y de los bomberos
de los suicidas y los homicidas
de las vacaciones y del agobio
de la obligación de estar alegres

defender la alegría como una certeza
defenderla del óxido y la roña
de la famosa pátina del tiempo
del relente y del oportunismo
de los proxenetas de la risa

defender la alegría como un derecho
defenderla de dios y del invierno
de las mayúsculas y de la muerte
de los apellidos y las lástimas
del azar
                 y también de la alegría.

14 abr 2022

Yo conozco tu locura porque también es la mía ( Rosa María Roffiel)



 Somos locas rebeldes,
locas de estar vivas,
locas maravillosas,...
estrafalarias, floridas.

Ovejas negras
descarriadas sin remedio,
vergüenza de la familia,
piezas de seda fina,
amazonas del asfalto,
guerrilleras de la vida.

Locas de mil edades
llenas de rabia y gritos,
buscadoras de verdades,
locas fuertes,
poderosas,
locas tiernas,
vulnerables.

Cada día una batalla,
una norma que rompemos,
un milagro que creamos,
para poder seguir siendo.

Locas solas,
tristes,
plenas.

Mujeres locas, intensas,
locas mujeres ciertas. 

 

7 abr 2022

Café descafeinado ( Ana Montojo)

                                                             


Tomaba siempre café descafeinado.
cerveza sin alcohol
y de fumar, ni hablamos
y tanto se cuidaba
que incluso amaba a medias.
así, como de lejos, desde fuera,
no fuera a contraer
alguna enfermedad del corazón
de esas que solo sufren los idiotas.
Soñar era un deporte peligroso
y perderse en un beso
un riesgo inasumible,
tal vez no hallara luego
el camino de vuelta hacia sí mismo.
 
Alguien le había dicho que el amor
es una extraña fiebre,
un pernicioso virus para el que no hay receta
pero que solo ataca
al que anda por ahí sin abrigarse,
desnudo de argumentos y razones
el alma en carne viva
y la piel rebosante de vacío.
 
Es una fiebre extraña, terrible, virulenta,
capaz de hacer feliz al más desventurado,
pero que solo ataca a los idiotas.