La última campanada del silencio
la escuché ayer, cuando te despedías.
Me llevé entre mis labios tu sabor,
tu ternura en mis manos,
tesoros que escondí por mis bolsillos
como pañuelos rojos de seda y tafetán.
La última campanada del silencio
tuvo un eco especial en mi conciencia,
superó la barrera de mil ruidos
que golpeaban las esquinas
y que yo iré guardando y olvidando
hasta que tú regreses una tarde cualquiera.
hasta que tú regreses una tarde cualquiera.